domingo, 9 de noviembre de 2014

"El Asesino" - Alexandra Díaz

EL ASESINO

Como un balde de agua fría me cayó la noticia; Richard, mi padre, había muerto. No sé cómo, ni cuando, ni por qué lo mataron, pero de algo estaba seguro, tenía que encontrar a la persona sin corazón que lo mató. Mi padre no merecía esto. Era un hombre justo, sin ninguna maldad en su alma. Tan bueno, tan humilde, caritativo y que yo sepa, sin ningún enemigo.
De pronto, cortando mis pensamientos me vino una preocupación más grande, ¿Cómo le diré a mi hermano esta desgracia ocurrida? Él era el más aferrado a mi padre, además era el menor. Si le digo esta horrible noticia seguro querrá matarse o se llenará de odio el inocente corazón que tiene. Mi hermano, un joven de apenas 18 años de edad, siempre alegre e inocente. No; no podía decírselo, malograría su vida, sus sueños, sus aspiraciones. Estaba decidido, esta noticia no podía llegar a los oídos de mi hermano.
Sr.  Smith, ¿puedo pasar?- preguntó doña María, la sirvienta. Adelante- contesté. Tiene una visita del amigo de su padre, Nicolás. Él para mí era como un tío. Una persona tan bondadosa y siempre atenta con la familia y sobretodo conmigo. Su visita fue lo único que me alegró luego de la triste noticia.
Que pase- dije. Se abrió la puerta, entró un hombre ya un poco viejo y por lo visto muy dolido por la pérdida de su amigo. Hijo mío, te doy el pésame. Es una triste pérdida-me dijo al entrar. Si tío, lo sé-le respondí.
Por cierto, el oficial Joseph me envió una carta para ti. Me dijo que por favor la leyeras, que era un asunto serio- agregó mi tío. De su bolsillo mi tío sacó un sobre blanco con el sello de la policía. Por favor léelo con y cualquier cosa no pierdas la cordura, simplemente llámame y conversaremos con el oficial al respecto, ¿Está bien?
No te preocupes tío. Mantendré la calma- le respondí en tono tranquilo.
Ya cuando mi tío se retiró, miré el sobre y sentí curiosidad y temor por saber que decía la carta. La abrí y comencé a leer:
“Querido Sr. Smith:
Lamento decirle que no proseguiremos con el caso de su padre. No tenemos ni pruebas ni indicios para seguir investigando.
Tratamos de averiguar si había algún testigo justo cuando ocurrió el homicidio, mas todas las posibles personas nos comentaron que no presenciaron tal acto, que solo llegaron a informarse de la noticia por la gente o algún familiar cercano de su estimado padre.
Tampoco sabemos con exactitud donde lo asesinaron ya que encontraron su cuerpo en el río. Por lo tanto, hemos decidido dar por cerrado el caso porque si prosiguiéramos estaríamos “pisando en blanco” ya que no tenemos como fundamentar nuestras suposiciones.
Por este medio también permita darle mi más sentido pésame. Todos aquí lamentamos la pérdida de tan valeroso hombre como su padre.
Mis más sinceras disculpas acerca del inconveniente,
Atte.
Oficial Joseph”
Al terminar de leer la carta, la ira dominó mi cuerpo. El desgraciado que asesino a mi padre fue muy astuto que no dejó rastro alguno para atraparlo. Lo tuvo todo bien planeado.
Una botella de whisky se encontraba a mi costado; la cogí y la arrojé contra la pared haciéndola trizas y derramando el contenido por toda la alfombra.
Maldito seas, maldito seas- me puse a gritar. De pronto un pensamiento fugaz vino a mi mente, la promesa que le hice a Nicolás. Traté de calmarme, reflexione sobre el asunto y finalmente  tomé mi decisión, el caso de mi padre lo tomaría yo. Me prometí a mi mismo que llegaría a dar con el asesino de mi padre.
Decidí empezar revisando las cosas de mi padre. Tal vez aquí encuentre algo    que me pueda revelar si papá tenía algún enemigo- pensé. Así todo un día me dediqué a rebuscar sus cosas con la esperanza de poder encontrar algo, pero al final ocurrió todo lo contrario: nada, no encontré absolutamente nada.
Ya frustrado decidí por ir a descansar cuando de la nada mi vista miró un punto en perfecto ángulo a una abertura en la pared; si, parecía una entrada secreta. Si es lo que creo-pensé- entonces debe haber un punto en esta habitación donde haya un botón o algo que me permita entrar a ese compartimiento. Así que de nuevo comenzó el desorden. Tenía que encontrar la manera de entrar a ese compartimiento secreto; tal vez me podía revelar indicios y darme un fundamento para ya poder terminar con este “laberinto”.
Esta vez la suerte estaba de mi lado, llegué a encontrar mi objetivo, la clave para la extraña entrada. Pues no era nada menos que un control especial encontrado en un libro hueco titulado “El engaño perfecto” (raro título pero no muy revelador porque mi padre jamás me hubiera dicho una sola mentira, aunque eso es lo que yo pienso hasta el momento).
Opte por entrar a la famosa entrada secreta a la mañana siguiente porque ya estaba muy cansado con todo lo que había pasado en el día.
Ya al amanecer de la mañana siguiente, como alrededor de las seis de la mañana, me levanté como un resorte, con un sentimiento de intriga por saber que era lo que se encontraba en ese compartimiento. Pero me quedé pensando ¿Por qué mi padre me habrá querido ocultar algo?
Al apretar el botón las puertas hacia la entrada comenzaron a abrirse. Cada vez la curiosidad se volvía más intensa. Mis ojos se llenaban de ilusión pensando que con esta información que se encontraba aquí me serviría de mucho para poder comenzar con las investigaciones respectivas del caso de mi papá.
Al ver lo que estaba en la habitación, todas mis expectativas se vinieron abajo. ¿Qué era lo que estaba ahí? Pues la gran mayoría de la habitación era mercancía; mejor dicho, drogas. Ese hombre ejemplar, tan caritativo, sin ninguna maldad; era una persona metida en negocios ilícitos: era un narcotraficante.
No tenía palabras para describir el sentimiento que sentía hacia esta faceta de la vida de mi padre que jamás había conocido. No lo pensé dos veces y decidí llamar a Nicolás para que me pueda dar ánimos para afrontar esta “vida oculta” que tenía Richard, mi padre.
Una llamada interrumpió. Hola, habla Jackson- fue lo primero que dije al contestar la llamada. Buenas tardes Sr. Smith, hablamos de la policía de Pensilvania. Lamentamos informarle que su hermano Robert ha sido encontrado sin vida en un río muy alejado de la ciudad. Al parecer, su hermano ha sido asesinado hoy mismo. Pero lo curioso es que al parecer el asesino dejó una nota en su bolsillo derecho del pantalón que portaba. Se la estoy enviando por fax. Sr. Smith se que no es un buen momento para su familia ya que me entere que hace poco acaba de morir su padre, pero así es mi deber y le tuve que informar sobre la muerte de su joven hermano. El teléfono se me cayó de las manos. Ya falleció mi padre, luego mi hermano, creo que… me quedé en blanco, pensativo y luego me quedé convencido que la siguiente víctima de asesinato, era yo.
Un fax llegó. Era el que el oficial de Pensilvania me había enviado; era la nota. Con miedo me acerqué a recogerla. No tenía la suficiente valentía para verla pero la curiosidad me ganó y la leí. Decía lo siguiente:
“Si quieres saber qué pasó con tu hermano y tu padre y cuál es el propósito de esto; búscame en las afueras del Royal Palace exactamente a las 8:00 de la noche. Tendrás todas las respuestas a tus interrogantes, pero ven sólo, sino date por muerto”
Un escalofrío entró a mi cuerpo con la velocidad de una ráfaga de viento. Tenía que asistir. Sabía que era una misión suicida ir, pero solo quería llegar al propósito de todo esto que me estaba pasando. Decisión tomada, iba a asistir.
Con toda la serenidad que podía aparentar llegué al lugar indicado. Mi reloj marcaba las ocho de la noche exactamente. Una sombra se veía a lo lejos acercarse. Sentía ya haber visto esa silueta antes. Efectivamente, no me equivocaba, era mi tío. Pero ¿Qué hacía él aquí? Tal vez estaba dando sus usuales caminatas nocturnas. Pero aquí llega la interrogante, ¿Qué le diré cuando me pregunte que hago aquí? Pensé algo rápido pero no lo tenía claro aunque al reaccionar ya era demasiado tarde; mi tío estaba parado al frente mío con una mirada penetrante y a la vez una nunca vista, una mirada malévola.
Tío, ¿Qué haces aquí?-pregunté con curiosidad. Pues cite a alguien aquí- me contestó con una sonrisa muy falsa. ¡Qué coincidencia! Justo los dos en el mismo lugar- dije para romper el escalofriante silencio. De pronto unos hombres salieron de los costados. Tenían mal aspecto, se notaba que eran personas de mal vivir. Tío, creo que mejor esperamos en otro lado- dije y me acerqué a él y le susurré- no te preocupes tío, solo son tipos de mal vivir. Alejémonos para que no nos causen daño y ocurra una desgracia. En eso Nicolás con un movimiento rápido me agarra del cuello y ahogándome casi me susurra al oído: Aquí la desgracia que va a ocurrir es que te vas a enterar que tu tío, que supuestamente tanto te adoraba, es el famoso asesino que has querido encontrar.
Todas las funciones de mi cuerpo dejaron de funcionar. La tranquilidad de haber encontrado a un conocido se convirtió en miedo. ¡Tú!, siempre fuiste tú a la persona que buscaba; y pensar que eras una de las personar que más confianza tenía- respondí con las fuerzas que me quedaban luego de quedarme estupefacto con la noticia- todo este tiempo, siempre el asesino de mi padre y actualmente de mi hermano estuvo a mi lado. Señor, lo matamos- preguntaron los dos muchachos que consideraba de mal vivir. No, aún no ha llegado su hora- respondió Nicolás que por lo visto era el jefe de esta pandilla. Chico inocente tenías que ser- habló dirigiéndose a mí- tu padre, el hombre considerado por todos perfecto era un simple narcotraficante que pertenecía a mi empresa. Ya que no me servía, lo considerábamos un estorbo y se decidió mandarlo a asesinar. Desgraciado- respondí tratando de liberarme. Grave error chiquillo inútil- respondió dándome un golpe que terminó rompiéndome las costillas del lado derecho. Los tipos comenzaron a reír de mi desgracia.
Ese golpe me hizo recordar que siempre cargaba una pistola conmigo y eso me dio una esperanza de vida. Sin pensarlo me liberé de los hombres que me tenían sostenido y saque velozmente la pistola que se encontraba escondida en mi pantalón y apunté hacia Nicolás y le dije: Así como tú no perdonaste la vida a mi hermano y a mi padre yo no te la perdonaré  a ti.

Un disparo sonó y con el volvió la paz en mi vida. Por fin había acabado con la vida del famoso asesino, Nicolás…bueno, eso al menos yo creía.

4 comentarios:

  1. Dejarlo en suspenso¡¡ la verdad es que así este asesino es aun mas interesante :)

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  2. y la continuacion?
    muy buena la historia

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  3. Me encanto, me dejo impactada.. tiene que tener continuación

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  4. El final me dejó atónito, de hecho tiene que tener una continuación, estoy de acuerdo con mis compañeros...

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