MI MÁS GRANDE
DESCUBRIMIENTO
En ese momento me
sentí perdido, solo pensaba que todo lo que me estaba pasando era por ese
muchacho de pacotilla. Sólo; sin saber
qué hacer o adónde ir. Mi mente solo pensaba en la recompensa que me darían por
encontrarlo o en la dicha de mi reconocimiento en el pueblo. Todo esto lo hacía
por alegar por mí mismo, por mi temor a no fallar en mi teoría. Yo estaba
seguro de que él existía, pero ¿dónde lo encuentro? Era mi dilema. Decidí
caminar por donde el muchacho me indicó. ¡Ya qué iba a perder! Gabriel (así se
llamaba el chiquillo) me dijo que preguntará a cualquier persona que encontrara
dónde podía encontrar lo que buscaba. Así que ya con el ímpetu bajo y con mohín
de pocos amigos decidí seguir adelante. Mi cabeza era un belicismo, era
insoportable. Solo pensaba en que les diría a mis alumnos; sí, era un
educacional y uno muy preocupado porque sentía ya el desprecio de mis
estudiantes retumbando en mis oídos. De pronto, interrumpiendo mis pensamientos
divisé a un señor, no muy pulcro, ya anciano pero que al ver su rostro sentías
una paz interior. Me acerqué corriendo, fatigado, ya con lo que me quedaba de
fuerzas y le di una explicación somera de lo que buscaba. Hijo- me dijo con una
gran sonrisa-ya estas por llegar. Esas palabras fueron una eufonía en mis
oídos; sentí un regocijo y luego pregunté: Pero, ¿a dónde voy? No te preocupes,
yo te llevaré- me respondió amablemente el anciano.
Llegamos- me dijo el señor con alegría- espero que tengas
la dicha de encontrarlo. Le agradecí y me percaté que donde me había llevado el
anciano era una hermosa construcción y decía una palabra que nunca había visto
“Capilla”. ¿Está seguro que es la dirección correcta?- pregunté y volteé para
ver al anciano pero no estaba. ¿Cómo es posible que se haya ido tan rápido? Me
dio un poco de miedo pero aún así entre al lugar indicado. Por dentro era muy
hermoso, te sentías como en casa, tranquilo. Ya adentro me percaté que en lo
fondo de esta capilla había una figura muy bien tallada de un hombre sangrando
y crucificado en una cruz. Sentí mi derrota al saber que había fallado. Me
senté en una de las bancas que se encontraban en una esquina, me puse a llorar
y caí en un profundo sueño. ¿Por qué lloras?- me preguntó un hombre que no
podía ver su rostro. No lo pude encontrar- le dije- mis teorías eran falsas.
No- me dijo- ya lo encontraste. Levántate y mira esa cruz que está al fondo; es
él a quién buscas. Siempre estuviste en lo cierto. ¿Quién eres tú?- pregunté,
soy la persona que te guió hasta aquí, que estas buscando y quiere que la
encuentres, que enseñes su historia a todo a quién no la conoce, para que así
el día de su muerte suba a mi lado, al paraíso. Desperté asustado y me dirigí
hacia la cruz. ¡Lo había encontrado! ¡Era él! ¡Siempre estuvo ahí! Sentí plena
felicidad, lo había logrado. Pero te estarás preguntando, ¿A quién buscaba?
Pues simplemente al hombre que dio la vida por nosotros y que la sigue dando y
quiere que lleguemos al paraíso para estar a su lado por siempre. Él es Jesús,
mi más grande descubrimiento.
que lindo <3
ResponderEliminargracias adriana <3
Eliminarque bello¡¡¡ "Él es Jesús, mi más grande descubrimiento" que inspirador ale.
ResponderEliminarque hermoso <3 TTwTT
ResponderEliminarbelloo!!
ResponderEliminarMe encanto... escribes demasiado bien :D
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